El istmo de Panamá

Con estas palabras iniciaba el famoso geógrafo francés Élisée Reclus su capítulo dedicado a Panamá* en el volumen consagrado a “las Indias Occidentales, México y los istmos americanos” de su nueva Geografía Universal. Asiduo lector de henri de Saint-Simon, Charles Fourier y Auguste Comte, miembro de la Internacional de Trabajadores y partícipe de la Comuna de París, Élisée Reclus sintetizaba en su persona y su obra muchos de los ideales que condujeron a acometer la temeraria empresa de excavar un canal entre los océanos Atlántico y Pacífico: una mezcla de fe en la humanidad, de credo universalista y de insaciable apetito por conocer –y dominar– el mundo. Su visión de Panamá ya anunciaba algunas de las claves que caracterizan la identidad y la trayectoria histórica de este pequeño país centroamericano: la incongruencia entre su adscripción política (su vinculación a Colombia y Suramérica) y su pertenencia geográfica (como parte integrante de la América Central), un rasgo que lo vuelve un punto medio, indeterminado, a la vez centroamericano y suramericano, pero sin duda caribeño ante todo; su valor paradigmático, como el segmento quizás más típico de la realidad ístmica centroamericana, por condensarse allí sus rasgos más pronunciados, estrechez de la franja terrestre y vinculación con grandes complejos geopolíticos, a la vez continentales (la Gran Colombia, los Estados Unidos del Norte) y marítimos (siendo codiciado por potencias coloniales de las Antillas, Gran Bretaña y Francia).